El domingo es el día de descanso
en Ghana. La gente sale para ir a misa y después por lo general se queda en
casa descansando.
El año pasado íbamos al servicio
de las 9,30. Cuatro horas de misa en la iglesia presbiteriana a la que pertenece
mi familia. Este año hay un nuevo servicio más temprano, es a las 7 y en lugar
de durar 4 horas dura sólo dos. Me gusta este primer turno porque es todo gente
más joven.
Después hemos regresado a casa y
me he puesto a leer un rato, después a escuchar música y una siestecita con el
palo para hacer fufu como banda sonora de fondo. Hemos comido juntos y después
hemos ido a ver a mi hermano al
internado en el que está. Se llama Pojoss, es una pasada de sitio pero se nota
que hay muchísima disciplina.
El año pasado mi visita coincidió
con sus vacaciones de verano, asi que estuvo en casa las 6 semanas. Este año no
tiene vacaciones hasta la segunda semana de agosto, así que este era el único
fin de semana que se permitían visitas. Me he alegrado un montón de verle y la
verdad es que se le extraña mucho en la casa. Hemos estado contándonos nuestras
cosas. Está deseando acabar las clases y encima el pobre sólo tiene una semana
de vacaciones este verano porque tiene que preparar unos exámenes y se quedará
en el internado. Lo que más echa de menos son las chicas! Jajajaja, está en
plena adolescencia y claro, debe ser duro estar en un colegio masculino interno
durante toda la secundaria. Sólo va a casa 3 veces al año. Nos hemos hecho
fotos, le he llevado sus regalos y la despedida ha sido triste, ojalá nos lo
hubiésemos podido traer a casa con nosotros!
De ahí a casa otra vez y la
visita de Jaume. La verdad es que para ser domingo en Ghana ha sido bastante
movidito.
Ya tenemos el presupuesto del
carpintero, mañana toca ir a comprar la madera y llevarla al orfanato, negociar
el cambio del cristal del bus y comprar los desinfectantes que necesitamos
tanto para el orfanato como para la escuela de ciegos de Akropong. Y por la
noche veré de nuevo a Kwabena, Kwame y Cinthya.
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